La lujosa mansión de Laureano Ortega

En una Nicaragua marcada por la pobreza, donde millones sobreviven con menos de 3 dólares al día, la mega mansión de Laureano Ortega Murillo, hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, es un símbolo brutal del privilegio y la desconexión de la élite gobernante. Ubicada en la exclusiva zona de Villa Fontana, en Managua, la residencia ocupa tres manzanas y está valorada en más de 10 millones de dólares. Su construcción incluye pisos de mármol italiano, cristales blindados, sistema anti-drones, piscina privada y hasta una terraza con capacidad para 180 invitados.

Más que una casa, es un palacio. Un espacio diseñado para la ostentación, en contraste con la precariedad que viven miles de familias nicaragüenses. Laureano, además, colecciona relojes suizos de más de 50 mil dólares, viste trajes a la medida y vive entre lujos que podrían financiar escuelas, hospitales o medicinas.

Este estilo de vida contrasta con el discurso de “sencillez” que pregonan sus padres. Como operador económico internacional del régimen, Laureano viaja en aviones privados, se aloja en hoteles cinco estrellas y cierra acuerdos con potencias como China, Rusia e Irán, actuando como empresario de la familia Ortega-Murillo.

Mientras tanto, la mayoría del país enfrenta pobreza, migración forzada y servicios públicos colapsados. La mansión de Laureano no solo es un lujo innecesario: es el retrato de un poder heredado que se alimenta del sufrimiento de un pueblo cada vez más empobrecido. Una burbuja de privilegios, en medio de una nación en crisis.